Los robos son una de las mayores preocupaciones de propietarios e inquilinos. Las estadísticas muestran que la mayoría de los intrusos acceden a través de ventanas o puertas acristaladas. Cuanto más tiempo resista una ventana un intento de intrusión, mayor será la probabilidad de que el delincuente abandone. Por ello, las ventanas de seguridad, también conocidas como ventanas antirrobo, son un elemento esencial en la protección de edificios modernos. Combinan diseño, eficiencia energética y confort con la máxima seguridad.
Son sistemas especialmente diseñados para ofrecer resistencia contra intentos de intrusión. A diferencia de las ventanas normales, incluyen:
marcos reforzados,
herrajes y bisagras antirrobo,
vidrios laminados de seguridad con clasificación P4A a P8B,
certificación según la norma europea EN 1627 (clases RC).
Las clases RC definen el nivel de resistencia:
RC1N: protección básica contra fuerza física.
RC2 / RC2N: protección frente a intrusos ocasionales con herramientas simples.
RC3 a RC6: alta resistencia frente a ladrones experimentados con herramientas pesadas.
Máxima protección
Retrasan o impiden la entrada forzada y protegen a las personas y los bienes.
Integración tecnológica
Pueden conectarse a sistemas de alarma o domótica.
Estética preservada
A pesar de su refuerzo, apenas se distinguen de las ventanas convencionales.
Durabilidad
Fabricadas con materiales de alta calidad, ofrecen gran resistencia y vida útil.
Revalorización del inmueble
Aumentan el valor de mercado de una vivienda protegida.
Precio de adquisición más alto que una ventana estándar.
Instalación profesional indispensable.
Construcción más pesada en clases superiores.
Ventanas de PVC de seguridad: económicas, de bajo mantenimiento y reforzadas con acero.
Ventanas de madera de seguridad: muy estables, con aspecto clásico y herrajes modernos.
Ventanas de aluminio de seguridad: elegantes, resistentes y duraderas.
Ventanas de madera-aluminio: combinación de estética cálida interior y robustez exterior.
Viviendas unifamiliares: especialmente en plantas bajas.
Edificios comerciales: oficinas, tiendas, clínicas.
Edificios públicos: escuelas, guarderías, administraciones.
Zonas de alto riesgo: chalets, bancos, joyerías o archivos.
Sistemas de cierre multipunto con bulones tipo champiñón.
Manillas bloqueables con protección anti-taladro.
Vidrio laminado de seguridad (VSG).
Herrajes certificados RC2 o RC3.
Posibilidad de sensores de alarma conectados a domótica.
Ventanas inteligentes que envían alertas al móvil en caso de intrusión.
Multifuncionalidad: combinación de seguridad, aislamiento acústico y eficiencia energética.
Vidrios avanzados más finos pero ultra resistentes.
Materiales sostenibles: aluminio reciclado, madera ecológica.
Seguridad invisible: refuerzos sin alterar la estética.
Las ventanas de seguridad son la solución más eficaz para proteger viviendas y edificios. Garantizan resistencia contra intentos de robo, mejoran el confort y aumentan el valor del inmueble. Aunque su coste inicial es superior, aportan tranquilidad y seguridad a largo plazo.